lunes, 8 de junio de 2015

Padre Héctor.

Padre Héctor


Adolfo L. Suárez A.


Padre Héctor Gallego.
Han pasado 44 años de su desaparición forzosa y aún no hay rastros de su última morada desde aquella noche del 9 de junio de 1971. Llegó de su natal Colombia para llevar la palabra de Dios a los más necesitados en la montañosa comunidad de Santa Fe en la provincia de Veraguas. Todavía escuchamos esa pregunta que toda Panamá aún está haciendo: ¿Héctor, dónde estás?.

El padre Héctor Gallego nació en el pueblo de Montebello, municipio de Salgar, departamento de Antioquía, Colombia el 7 de enero de 1938, siendo el mayor once hermanos. Llegó a Panamá siendo aún un seminarista en 1967, bajo la guía de Monseñor Marcos Gregorio McGrath, quien en esos años fungía como Obispo de la Diócesis de Veraguas. Se quedó por unos meses, para regresar a su país y ordenarse sacerdote, para regresar al trabajo en la provincia de Veraguas. En 1968, el Padre Héctor tomó la dirección de la parroquia de Santa Fe, la cual había sido dirigida por el entonces párroco y hoy Monseñor Alejandro Vásquez Pinto, quien fue su guía en sus meses de práctica pastoral antes de su ordenación.  

El Padre Héctor comenzó su trabajo con 30 comunidades de base organizadas por el Padre Vásquez Pinto, en un lugar prácticamente alejado con una sola vía rudimentaria de acceso, y una población con alto nivel de analfabetismo, que sufría toda una serie de explotaciones, maltratos y humillaciones por un grupo pequeño de familias que controlaban la economía del lugar. Este trabajo del Padre Héctor, un joven que sintió el llamado a servir a Dios y a su prójimo, estaba inspirado en la llama del Concilio Vaticano II de 1962 convocado por el Papa y hoy Santo Juan XXIII, el cual había despertado en la Iglesia Católica mundial, un aire de renovación y compromiso hacia los cambios, lo cual encontraría eco años después en América Latina con la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968).

El trabajo del Padre Héctor Gallego, desde sus inicios, chocó con los intereses de las familias terratenientes del área, especialmente con Alvaro Vernaza Herrera, primo directo de quien meses después, dirigiría los destinos de Panamá, el General Omar Torrijos Herrera. Estos choques se acentuarían con la llegada de los militares al poder tras el derrocamiento del gobierno de Arnulfo Arias Madrid el 11 de octubre de ese año. 

La organización del campesinado en una cooperativa, la alfabetización y la promoción del trabajo pastoral en la comunidad fueron los pilares de su trabajo. Sin embargo, la constante presión de los terratenientes liderados por Vernaza con el apoyo de los militares y del General Omar Torrijos no se hicieron esperar. Se le acusaba de estar involucrado en le robo de urnas de las votos emitidos en las elecciones de mayo de 1968 donde Arnulfo Arias Madrid venció a David Samudio, candidato apoyado en la región por Vernaza y su grupo. Fue atacado por algunos aldeanos en junio de 1969. En julio de 1970 es arrestado por las autoridades cuando Alvaro Vernaza lo acusó de incendiar la planta eléctrica del pueblo, siendo liberado tras la intervención del Arzobispo Marcos Gregorio McGrath y del Obispo de la Diócesis de Veraguas Fray Martín Legarra. Días después de su liberación y posterior entrevista con el General Torrijos, el Padre Héctor casi es atropellado por el mismo Vernaza con su auto Jeep, quien también golpeó con un cable al Padre Alejandro Vásquez Pinto, incidente que provocó la protesta de la Conferencia Episcopal y a la decisión de relevar del cargo de Director Regional del Instituto Nacional de Agricultura, aunque meses después fue nombrado Director del Instituto Nacional de Agricultura de Divisa.


Es necesario recordar que entre octubre de 1968 hasta 1970, el régimen militar había derogado la Constitución Política de 1946, suprimido todas las libertades políticas y civiles, los partidos políticos estaba prohibidos, la Universidad de Panamá había sido cerrada. También habían focos de resistencia en las provincias de Coclé y Chiriquí. El golpe de Estado del 11 de octubre derrocó a Arnulfo Arias Madrid y se impuso una Junta Militar dirigida por José María Pinilla y Bolívar Urrutia, pero el verdadero poder lo tenían el Teniente Coronel Omar Torrijos y el Mayor Boris Martínez. En febrero de 1969, Torrijos saca del poder a Martínez y lo exilió con otros compañeros. Luego, en diciembre de 1969, Torrijos es removido del Estado Mayor de la guardia Nacional cuando estaba en un viaje por México, pero regresó a tomar el poder absoluto gracias a la colaboración dada por el Mayor Manuel Antonio Noriega para facilitar su regreso. La Guerra Fría y la denominada Política de la Seguridad Nacional estaba plagando de dictaduras militares a América Latina en su lucha contra el comunismo, sus ideas y simpatizantes. Panamá no era la excepción, era una de las fichas del dominó geopolítico de dominación y de la confrontación Este-Oeste. Ya habían caído, Honduras, Brasil, Argentina y Perú, después caerían los demás. El Salvador, Nicaragua, Haití y Paraguay que ya tenían gobiernos militares más viejos. 

Padre Héctor Gallego y Fray Martín Legarra Obispo de Veraguas. Foto tomada de la revista Senderos Diocesanos. Volumen 77, Junio de 2010. La foto fue tomada en una sesión de trabajo días antes de la desaparición del Padre Héctor.

A pesar de las acusaciones de comunista, agitador, conspirador y muchas más, el Padre Héctor continuaba con su trabajo en la región. Entre enero y marzo de 1971, viajó a su Colombia natal y después de un intercambio de cartas tuvo una reunión con el General Torrijos donde acordaron estudiar la mejor forma de llevar un plan para el área de Santa Fe. En mayo, envió un telegrama solicitando una nueva cita con el General Torrijos para exponer las inquietudes de los campesinos que no veían sus aspiraciones en las propuestas hechas por el gobierno, pero no recibió respuesta. En ese mismo, en la noche del 22 a 23, su rancho es incendiado y milagrosamente pudo escapar. Para el día 31 de mayo, viajo a Panamá a un seminario con el teólogo belga Joseph Comblin y también para tratar de lograr una cita con el General Torrijos sobre los temas expuestos en una carta que le envió explicando el malestar de los miembros de la cooperativa por la falta de atención a sus propuestas. Durante su estadía en la capital, el Padre Héctor fue entrevistado en un programa radial en Radio Hogar, emisora de la Iglesia Católica, por el Padre Julián Lecuona s.j., en donde expuso los avances de su trabajo comunitario y pastoral, así como las constantes presiones que enfrentaba por parte de quienes le adversaban, denunciándolos en medio de la entrevista.

Muchos consideran que la entrevista en Radio Hogar fue su sentencia y lo que irritó al gobierno, lo que llevó a preparar el plan con el que supuestamente se deshacerían de él y lo sacarían del país. Ya sabemos, que hubo una reunión en Divisa donde participaron varios personajes de la época, donde tomaron la decisión del plan a seguir. El 7 de junio, Melbourne Walker y Nivaldo Madriñán andaban por el área y lo contactaron. Posteriormente, llegaron en la noche del 9 de junio y tras insistir y coaccionar lograron que el Padre Héctor saliera del rancho de la familia de Jacinto Peña y su esposa Clotilde, quienes le dieron posada después del incidente del rancho. Solo Jacinto y Clotilde escucharon sollozos y vieron a los hombres salir aceleradamente en un Jeep a toda prisa. Al día siguiente, Monseñor Legarra y Jacinto Peña comprueban que el Padre Héctor no estaba en el cuartel de Santiago y que había sido desaparecido.

De las investigaciones hechas por la propia Iglesia, las declaraciones obtenidas en el juicio, los informes de derechos humanos y documentos desclasificados de la CIA y otras fuentes más, todo aparenta que la idea era raptarlo y montarlo en un avión para desterrarlo con la clásica etiqueta de alborotador comunista, pero las cosas salieron mal. Como buenos gorilas, sus captores lo golpearon hasta dejarlo casi muerto, de allí las versiones del médico que vio el cuerpo en el cuartel militar que lanzo la expresión "se les fue la mano". 

De acuerdo a muchas de las investigaciones, el Padre Héctor fue llevado al Cuartel Central en Panamá y sometido a una operación, con el riesgo de quedar inválido, pero en la misma sufrió una embolia, lo que llevó al Estado Mayor en pleno a tomar la drástica medida de desaparecerlo.

Independientemente, si fue asesinado y enterrado en el Cuartel de Tocumen o de que fue arrojado a las aguas de nuestros mares, la conmoción que produjo el hecho ha permanecido hasta hoy. Además de las funestas acciones del Ministerio Público de la época dirigido por Olmedo Miranda, quien formuló cargos contra Jacinto Peña, la negación por parte de la cúpula militar de los hechos y el hostigamiento constante hacia la Iglesia, mantuvo el caso del Padre Héctor en el olvido hasta la caída de la Dictadura Militar y la apertura del caso en donde fueron sentenciados en un juicio los ex militares Melbourne Walker, Nivaldo Madriñán y Eugenio Magallón, este último prófugo de la justicia, mientras José Agrazal fue absuelto. No obstante, no todos los implicados en la desaparición y crimen respondieron a la justicia. Recientemente, la Iglesia, a través del Arzobispo de Panamá, Monseñor José Domingo Ulloa ha pedido la reapertura del caso Gallego para esclarecer de una vez por todas con la verdad de los hechos alrededor de la desaparición del Padre Héctor. En una entrevista publicada este domingo 7 de junio en Panorama Católico, Edilma Gallego, hermana del Padre Héctor mencionó que está dispuesta a perdonar, pero debe estar acompañado del arrepentimiento. Otro aporte importante al tema es la propuesta del ex investigador de la Comisión de la Verdad Alexis Sánchez, quien manifestó en su artículo en La Estrella de Panamá que "es tiempo de que Colombia ayude a buscar a un hijo que escogió Santa Fe de Veraguas, donde fue secuestrado y a la fecha no aparece. ¿Por qué Colombia se ha olvidado de Héctor Gallego?".

Mons. José Domingo Ulloa y Edilma Gallego.

Si él no hubiera desaparecido en junio de 1971, en estos momentos tendría 77 años de edad. Sin embargo, trabajó tres años en Santa Fe de Veraguas y murió a los 33 años, así como Jesús en su vida terrenal. Santa Fe no volvió a ser igual, la semilla que sembró en sus habitantes está más viva que nunca en el trabajo diario de los campesinos y estudiantes de esa pequeña comunidad enclavada en las faldas del Cerro Tute en la Cordillera Central. Hoy su nombre es símbolo de aquellos que han muerto por la palabra del Padre Celestial, su legado de trabajo pastoral debe ser preservado para las próximas generaciones como ejemplo de amor y compromiso con el Evangelio. Del mismo modo, una buena idea sería desde ya solicitar que la persona del Padre Héctor oficialmente sea elevado a la categoría de martir de la Iglesia de América Latina.

Cuarenta y cuatro años después aún continuamos con la pregunta: ¿Héctor, Dónde estás?. La diferencia es que sabemos que espiritualmente está con ese pueblo de las montañas veragüenses que le recibió como uno de los suyos y por la que entregó su vida en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo.  Amén.

 
Notas
1. Héctor Gallego 40 años. 1971-2011. Documento de la Pastoral Social. Panamá.
2. La Estrella de Panamá. Héctor Gallego 43 años de su desparición. Domingo 8 de junio y lunes 9 de junio de 2012. http://laestrella.com.pa/tag/hector-gallego-43-anos-desaparicion/1539
3. http://www.ecured.cu/index.php/H%C3%A9ctor_Gallego_Herrera
4. https://fundaciongallego.wordpress.com/ 
5. http://panamapoesia.com/HectorGallego.php
6. Panorama Católico. Domingo 7 de junio de 2015. http://www.panoramacatolico.com/nueva/index.php/actualidad/769-iglesia-aun-sigue-buscando-los-restos-del-padre-hector-gallego
7. Alexis Sánchez. Héctor Gallego: Colombia y sus 44 años de olvido. Opinión, La Estrella de Panamá, martes 9 de junio de 2015. http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/hector-gallego-colombia-44-anos-olvido/23871753
8. Joaquín Horna Dolande. Buscando al Padre Gallego, Opinión, La Estrella de Panamá, martes 9 de junio de 2015. http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/buscando-padre-gallego/23871751
 

1 comentario:

  1. Héctor, padre, sé donde estás: en el cielo, tu alma, tan cercana a la de Jesús acompaña el espíritu de quien tanto amaste en vida y en los campesinos pobres panameños. óyeme Héctor, me gustaría leer la carta que le enviaste al General Torrijos. Y bueno, hoy haré un Rosario no sé si pidiendo a Dios por tí... o pidiendo que me ayudes tú que estás tan cerca ya del Todopoderoso. Gracias por tu vida, Padre Héctor Gallego. Amaste con amor heroico.

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