Era la tarde de un día jueves 9, de hace cincuenta años, cuando un grupo de jóvenes del Instituto Nacional, marchaban hacia la
Escuela Secundaria de Balboa, sin saber que ellos escribirían la página más
heroica de la historia nacional. Su misión era izar la bandera nacional en la
Escuela Secundaria de Balboa, la cual tenía que ser izada en ese lugar como
parte de los sitios acordados por la Comisión negociadora establecida en virtud
del Acuerdo Chiari-Kennedy de junio de 1962.
Este acuerdo, que fue negociado y firmado en la ciudad
de Washington D.C., por los presidentes Roberto F. Chiari de Panamá y John F.
Kennedy de los Estados Unidos de América, establecía el despliegue de la
bandera panameña en diferentes sitios públicos de la antigua Zona del Canal. A
su vez, fue antecedido por la Siembra de Banderas y la Operación Soberanía de 2
de mayo de 1958 y 3 de noviembre de 1959 respectivamente, hechos que llamaron
la atención a la opinión pública nacional e internacional sobre la creciente
insatisfacción de un pueblo que tenía que soportar la presencia de una colonia de
facto frente a sus propios ojos y a escasos pasos.
Aquellos institutores no esperaban que fueran
recibidos violentamente por parte de estudiantes zoneítas con sus padres,
apoyados por los mismos policías zoneítas que supuestamente deberían
protegerles. La violencia desatada por los zonians y la respuesta que no se
hizo esperar por parte de la población de la ciudad, la cual a su vez, produjo
la intervención de efectivos militares del Comando Sur dirigido por el general
Andrew O’Meara habría de terminar con el trágico saldo de veintitrés muertos y
centenares de heridos en los hospitales de la Ciudad de Panamá en
enfrentamientos que continuaron los días 10, 11 y 12.
Portada de la Revista Life de enero de 1964. |
Independiente a la posición asumida por el presidente
Chiari y su Ministro de Relaciones Exteriores, Galileo Solís, y la decisión de
romper relaciones diplomáticas entre nuestro país con los Estados Unidos, es
digno de rescatar que ese fue un día que unió a panameños de distintas
condiciones económicas, políticas y sociales en una sola voz de defensa por su
soberanía nacional en un territorio que siempre le había pertenecido.
No obstante, es necesario que tengamos presente que ese
jueves 9 produjo un antes y un después en nuestra historia nacional. En primer
lugar, fue el momento en que murió la etapa revisionista de las relaciones
entre Panamá y los Estados Unidos, caracterizada por sustentar las relaciones
de los dos países en la búsqueda de revisiones al denominada Convención del
Canal Ístmico o Tratado Hay-Bunau Varilla, que daba a perpetuidad la franja
canalera a los Estados Unidos y de la cual solo se pudo alcanzar dos tratados
en 1936 y 1955. En segundo lugar, ese día se dieron los primeros pasos de la
etapa abrogacionista en las relaciones entre ambos países, etapa que iniciaría
formalmente con la firma de la Declaración Moreno-Bunker de abril de 1964, en
la cual se establecía claramente la eliminación de todas las causas de
conflicto entre las partes, y que culminaría tras varios tropiezos e intereses
políticos y geopolíticos, con la firma de los Tratados del Canal de Panamá o
Torrijos-Carter de 1977 del 7 de septiembre de 1977.
Sin embargo, esa ruta a la abrogación del Tratado de
1903, tuvo que pasar por un camino difícil y que explicó muchos de los
acontecimientos posteriores. Tras los sucesos de enero de 1964 y la firma de la
Declaración Moreno-Bunker, los dos países iniciaron negociaciones que habrían
de culminar con los Tratados Tres en Uno de 1967, los cuales habrían de ser
rechazados por la Asamblea Nacional en ese mismo año, mientras que en los
Estados Unidos los cambios políticos llevaron a que se les llamaran “los
tratados huérfanos” como les llamó el autor estadounidense y embajador en Panamá William Jorden en su libro La Odisea de Panamá.
La necesidad de culminar con un tratado que favoreciera a los intereses militares y geoestratégicos de los Estados Unidos, más las rivalidades políticas internas de las elecciones de 1968, incluido la destitución del presidente Marco Robles en marzo de ese año y su mantenimiento en la presidencia gracias al apoyo de la Guardia Nacional, llevaría a que la misma Guardia Nacional asaltara el poder en el mes de octubre de 1968 y derrocara al ya presidente electo Arnulfo Arias Madrid.
Hoy, a catorce años de la entrega del Canal de Panamá a manos panameñas nos llena de orgullo que esa lucha iniciada hace cincuenta años no quedó en vano y que en un día nos complace en recordar y agradecer por su heroísmo, por su amor a esta hermosa tierra y por unirnos en un sentimiento único de lealtad hacia nuestra bandera que hoy flamea soberana en todo su territorio.
Solo queda decir a los Mártires de Enero: Gracias.
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